Les dejamos el vínculo a un video buenísimo sobre nuestra colonia Juárez, hecho por nuestros amigos de La Ciudad de México en el tiempo.
Pícale aquí
Disfrútenlo y espero que no les de mucha añoranza.
viernes, 31 de mayo de 2013
martes, 28 de mayo de 2013
Nuestro Ángel Chilango. (parte 1)
Esta victoria alada es un símbolo
muy importante no solo para los habitantes del DeFectuoso sino para todos los
mexicanos, y los habitantes de las Colonias Juárez y Cuauhtémoc tenemos el
orgullo de tenerla en nuestro barrio.
“El Ángel”, como coloquialmente le llamamos es
a mi parecer la imagen icónica de la Ciudad de México, porque representa no
solo la victoria de nuestro pueblo por la independencia, sino la aspiración de
construir una sociedad mejor. ¿Quién no sueña en volar, en ascender, ir más
allá de dónde está? Para mí eso es El Ángel, el recordar a los que lucharon por
un ideal colectivo pero a la vez, el símbolo de un pueblo que está en continua
construcción hacia un estadio mejor.
Su historia es más larga de lo
que pensamos, pues la idea de construir el monumento a la Independencia Nacional
tuvo varios intentos. El primero fue inmediatamente después de su consumación por
Iturbide en 1821, pero como paso varias veces, la coyuntura política, económica
y social no permitió materializar el proyecto.
En 1843 con el Gral. Antonio
López de Santa Anna como presidente, se convocó a un concurso para elegir el
mejor proyecto artístico el cual se asentaría en la Plaza Mayor de la capital,
el ganador fue el arquitecto de la Academia de San Carlos Lorenzo de la Hidalga
(una de sus más grandes obras es la iglesia de
Santa Teresa la Antigua, hoy centro Cultura Ex Teresa en la calle de de Lic.
Primo de Verdad cerca del Templo Mayor) con un proyecto de una columna rematada por una
victoria alada y tres grupos escultóricos en su base, uno sobre el inicio de la
independencia con Hidalgo, otro sobre la consumación con Iturbide, y el tercero
sobre la defensa contra el intento de reconquista española de 1829 con el mismo
Santa Anna como héroe.
Precisamente el 16 de septiembre
de ese 1843 se puso la primera piedra al monumento, pero nuevamente por
problemas políticos, pero sobre todo económicos se suspendió la obra, al llevar
solamente un metro y medio del “zócalo” es decir la cimentación, el cual se
quedó abandonado por varias décadas, razón por la cual la gente de la ciudad
empezó a llamar a la Plaza Mayor como “El Zócalo”, en lugar de Plaza de la
Constitución como se le había nombrado tras la jura de la Constitución de Cádiz
de 1812.
Tras la derrota en la invasión
yankee de 1846-1848 y la imposición del imperio de los Habsburgo por Francia,
Maximiliano (irónicamente) convoca el 16 de septiembre de 1865 a un nuevo
concurso para erigir el monumento a la independencia, el cual lo ganó Ramón Rodríguez
Arangoity, y fue la emperatriz Carlota quién colocó la primera piedra, pero
obviamente el proyecto no paso de eso debido a la situación de resistencia y
posterior triunfo de la República en 1867.
Al restaurarse la República
liberal, y dado que el Estado estaba quebrado por la guerra, no se avanzo en el
proyecto de la columna, pero sí en arreglar y engalanar lo que durante el
Segundo imperio se llamó “El Paseo de la Emperatriz” renombrándolo como “Paseo
de Degollado” por el héroe de la guerra de Reforma Santos Degollado,
afortunadamente en el gobierno de Porfirio Díaz se le cambia el nombre por el
de Paseo de la Reforma como aun permanece.
Para 1886, a veinticuatro años de
la celebración del centenario, se convoca a un concurso internacional para construir
un monumento a la independencia, pero ahora en una de las glorietas del Paseo de la Reforma, el cual ganó la firma
estadounidense Cluzz and Shultze de Washington, D.C. En enero de 1887 el
gobierno resuelve posponerlo, por lo que esta empresa vende al gobierno sus
derechos, retirándose de la construcción.
Entre 1889 y 1902 se llevó a cabo
la primera etapa de ornamentación del Paseo de la Reforma, en la que se colocan
36 estatuas de héroes patrios donadas por 17 Estados de la Federación en cada
acera del Paseo, las cuales están intercaladas por jarrones de bronce del
escultor Gabriel Guerra, además en ese periodo se empiezan a urbanizar los
terrenos adyacentes de esta avenida, siendo la Colonia Americana, llamada
Juárez en 1906, la más beneficiada de esta nueva etapa de paz y desarrollo en
la Ciudad de México.
En 1891 la entonces Secretaria de
Comunicaciones y Obras Públicas a cargo del Gral. Francisco Z. Mena se encarga de la obra integral del Paseo ya considerando la obra
cumbre de la Columna de la Independencia en la glorieta que desembocaba de la calle
de Florencia de la colonia americana, pero es hasta 1900 que se nombra al arquitecto
mexicano Antonio Rivas Mercado como encargado del
proyecto, mismo que designa al escultor italiano Enrique Alciati para
la realización de las esculturas y bajorrelieves, y al ingeniero Roberto Gayol como responsable de la obra civil.
El proyecto contempla una columna honoraria rematada con una estatua de
la Victoria Alada sosteniendo una corona de laurel y una cadena rota de tres eslabones, esta columna a su vez
sobre un pedestal escalonado completado por
diferentes estatuas e inscripciones alegóricas a la independencia de México.
Las obras de cimentación iniciaron
el día 2 de enero de 1902, el
Gral. Díaz colocó la primera piedra así como una capsula del tiempo, (cofre dorado con una reproducción del acta de
independencia y una serie de monedas de cuño corriente de la época). Pero en
mayo de 1906, cuando ya se habían construido las bases de hormigón y se habían colocado
unas 2.400 piedras con una altura de 25 mts. fue notorio el
hundimiento de uno los lados del monumento, por lo que se determinó que los
cimientos del monumento estaban mal planeados, y se decidió demoler lo ya construido.
Los trabajos
se reiniciaron el 13 de junio de 1907, se aprovecho la demolición para hacer
los estudios de suelo necesarios para calcular y construir los nuevos
cimientos. Para esto se usó el método de pilotes de hormigón con punta, que se
hincaron con un martinete de vapor que enterraba los pilotes con un
émbolo de una tonelada de peso, siendo una de las primeras obras en la ciudad
con este tipo de cimentación, ya que hasta entonces se usaban pilotes de madera
que no alcanzaban mucha profundidad.
A
diferencia del monumento del Bicentenario, el del Centenario se entregó en
tiempo y forma para que el 16 de septiembre de 1910 el
presidente Porfirio Díaz llevara a cabo la
inauguración oficial como el acto principal de las fiestas de los 100 años del
inicio de la guerra de independencia, con un costo para la época de
2.150.000,00 pesos.
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monumentos
lunes, 20 de mayo de 2013
La Zona Rosa
"...por [la calle] Niza, donde ya las mansiones del porfiriato
iniciaban su declive hacia la boutique,el restaurante,el salón de belleza."
iniciaban su declive hacia la boutique,el restaurante,el salón de belleza."
"La Región más transparente", Carlos Fuentes.
No
se puede hablar de la Colonia Juárez y dejar fuera a su célebre Zona Rosa.
Este
espacio surgió y se posicionó en la década de los años 1950´s y 60´s entre las casonas y palacetes
porfirianos y los nóveles edificios de corte moderno, que le querían dar una nueva cara a
la sociedad post revolucionaría en la época del llamado “milagro mexicano”.
La
idea de un México en paz, moderno y cosmopolita se fraguó en la parte medular
de La Juárez, en el polígono conformado por el Paseo de la Reforma, la Avenida
de los Insurgentes, un pequeño tramo de Avenida Chapultepec y la calle de
Florencia.
La
mutación de esta parte de la colonia se debió a que la clase alta porfirista,
dueña de las casas y mansiones de La Juárez, cayeron en desgracia por los casi
20 años de violencia, crisis políticas y económica originada por la Revolución,
así que muchos migraron a nuevas colonias de clase alta como Las Lomas, Polanco
o el Pedregal, lo que presionó a fraccionar y dividir los grandes terrenos y
casas, cambiarles el giro de habitacional monofamiliar a establecimientos mercantiles, o en terrenos con alta plusvalía para construir condominios y
departamentos.
Estos
nuevos espacios aprovecharon hermosas casonas para recibir restaurantes de
talla internacional, galerías de arte, cafés, librerías, joyerías, hoteles de
lujo y demás establecimientos de alta gama que le dio a este cuadrante el mote
tropical del "Montmartre mexicano".
El
origen del nombre “Zona Rosa” tiene muchas historias, en el libro “La región más transparente” de Carlos
Fuentes menciona que varios edificios por la calle de Niza estaban pintados de
color rosa, otra explicación es que se eligió este nombre para contrastar con
el término "zona roja", dándole
una connotación más positiva al área, o que el nombre surgió originalmente como
un homenaje a la actriz cubana Rosa Carmina;
según la versión de Vicente Leñero, se llamó así a la zona ya que era muy
ingenua para ser roja, pero demasiado frívola para ser blanca.
La
paternidad por el nombre de la Zona Rosa se ha endosado a muchos de los artistas que a la mitad
del s.XX se reunían en los bohemios cafetines y restaurantes del lugar, según el
pintor José Luis Cuevas, él fue quién la bautizó y
cuenta la anécdota: "cuando se
expone mi obra pictórica en la Galería Trofeo y me hacen una entrevista. Al
preguntarme cómo se llamaba la exposición, se me ocurrió decirles 'Temas de una
zona roja en esta zona rosa' y pegó el nombre".
Desde
los años 50, este reducto urbano era un punto ideal de reunión. En este tiempo
ya brillaba el restaurante Bellinghausen, así como el 1 2 3. En 1952, nace el
restaurante Focolare, que se convirtió inmediatamente en un club para
periodistas, actores, publicistas y banqueros, según lo recuerda Jacobo Zabludovsky.
Otros artistas de esa época y relacionados con el lugar son: Guadalupe "Pita" Amor, Juan José Arreola, Carlos Monsiváis quién habito aquí en lo 70´s, Manolo
Fábregas, el periodista y escritor Vicente Leñero, el zacatecano Manuel Felguérez, el caricaturista Rius, el comentarista Agustín Barrios Gómez y hasta actores como César Costa. Era una zona de mucha efervescencia y bohemia en una nueva
sociedad con una naciente clase media, en la que la revolución cubana y el mayo francés cambio paradigmas y
conceptos.
Mención aparte se merecen el gran e internacional arquitecto
Noldi Schreck, quién diseño varios de los restaurantes y edificios de la zona y
el empresario de la industria hotelera y gastronómica Cesar Balsa, quién le dio
un gran impulso cosmopolita a esta parte de la colonia, aprovechando entre otras
cosas la XIX Olimpiada de 1968 celebrada en la Ciudad de México.
Fue
en el marco de esos Juegos Olímpicos, que se instaron galerías de arte en la
Zona Rosa, estando previsto que duraran únicamente tres meses, coincidiendo con
los festejos olímpicos, y cuya primera
exposición fue de José Luis Cuevas, otra de Nieto y la última de David Alfaro
Siqueiros, a raíz de ahí empezaron a proliferar galerías y más restaurantes, que
atraían a turistas de todo el mundo que visitaban y se divertían en el México de las Olimpiadas del
68 y el Mundial de 1970.
En
esos años dorados abrieron restaurantes que marcaron época, lamentablemente la
gran mayoría ya no nos deleitan el paladar, a manera enunciativa mas no limitativa
recordamos: El Parador de José Luis en la calle de Niza, así como el Passy, La
Calesa de Londres, La Gondola, el Champs Elysées, Quineret, El Chips en la calle Génova, el salón “El Jacarandas” donde se
hacían grandes bailes y conciertos de la talla de la orquesta de Ray Conniff, el
Delmonico's, obviamente el
Focolare con su show internacional de Violines Mágicos del Villa Fontana, el Luaú, el Chalet Suizo del chef
Bernardo Capres, el Café Tirol, donde asistía Carlos Fuentes o el Mauna
Loa con el exquisito pollo kubali y el steak teriyaki, el restaurante Loredo, establecido por José Inés
Loredo en la calle de Hamburgo, era especialmente famoso por su carne a la
tampiqueña y muchos más. En esa época
la Zona Rosa contaba con cerca de 60 sitios diferentes dedicados a dar
gusto a los amantes de la buena comida, en donde se podía disfrutar de las
mejores expresiones culinarias de todo el mundo.
La
Zona Rosa al paso del tiempo se convirtió en un centro de la vida intelectual,
social y económica de México, y por muchos años fue visita obligada para
disfrutar de estupendas especialidades mexicanas e internacionales.
Pero lamentablemente, como lo menciona el periodista Jacobo Zabludovsky, la cúspide del esplendor de la Zona Rosa fue a principio de los años 70 y de ahí comenzó otra mutación de la colonia, en gran parte originada por la apertura de la estación del metro Insurgentes, esto dio pie a que llegara gente de todos los lugares y de todos los perfiles; esta afluencia provocó el surgimiento de taquerías y torerías y bajara el nivel de exclusividad, aflorando nuevos comercios y establecimientos al grado de ser la zona de table dance´s y demás antros a partir de los años 90´s.
Otro
de los acontecimientos que afectaron gravemente a la colonia Juárez, y a la
Zona Rosa en particular, fue el terremoto de 1985, ya que muchos de sus
inmuebles fueron destruidos o heridos de muerte, dejándola con cicatrices que aun
se ven por algunas de sus calles.
Ya en el nuevo siglo, la zona se identifica como un espacio de tolerancia a la diversidad sexual y de género, donde abundan bares de ambiente gay y sex shops, razón por la cual erróneamente se asocia su nombre de “Rosa” a los colectivos gay, travesti o transexual y se le considera equivalente al barrio de Chueca en Madrid, aunque en términos específicos este perfil de lugares se circunscribe principalmente en la calle de Amberes y circunvecinas.
La
Zona Rosa tiene una hermana pequeña en la capital colombiana, pues en Bogotá se
llama también Zona Rosa o Zona T al espacio donde conviven buenos restaurantes,
bares y tiendas de alto perfil.
Hoy
en día, con el rescate del Paseo de la Reforma, el remozamiento de la Glorieta
de los Insurgentes y los nuevos proyectos
inmobiliarios en las colonias Juárez y Cuauhtémoc, vemos una rendija de
oportunidad y esperanza que nos permita levantar la imagen y la calidad de vida
para los que vivimos, trabajamos, turisteamos, parrandeamos o simplemente
transitamos por este espació tan importante para nuestra Ciudad de México.
lunes, 13 de mayo de 2013
Orígenes de colonia La Juárez
Nacimiento
de la Colonia Juárez
La
traza de la antigua Ciudad de México se origino sobre lo que fue la gran
Mexhico – Tenochtitlan, ciudad lacustre y conectada con canales y chinampas. El
diseño español de tablero de ajedrez fue el preponderante en el primer cuadro
de la ciudad, lo que hoy es nuestra vecina colonia Centro.
Para
mediados del siglo XIX, la necesidad de ampliar la traza urbana al poniente del
límite del Paseo de Bucareli hacia lo que sería la Calzada de la Emperatriz, renombrada
como el Paseo de la Reforma tras el triunfo de la República en 1867, llevo a
que los terrenos de los ejidos de la Teja y de la Horca fueran ideales para un
nuevo polo de desarrollo inmobiliario.
El
proyecto comenzó en 1859 cuando Francisco Somera, quién trabajaba en el Ayuntamiento
levantando los planos de los ejidos de la ciudad logró obtener a un precio
bajo el Ejido de la Horca, y posteriormente
ya como Jefe de Caminos y Canales, lotificó el conjunto de esas tierras ejidales.
La
idea de Francisco Somera fue construir una colonia campestre para arquitectos y
estudiantes de arquitectura de la Academia de San Carlos (que se encuentra
atrás del Palacio Nacional); una buena parte de los lotes fueron adquiridos
por los arquitectos más destacados de la época, lamentablemente estos no siempre
construyeron y en ocasiones especularon con los predios.
La
antigua colonia de los arquitectos comprende el actual perímetro que va al
norponiente el Paseo de la Reforma en el cruce con el Paseo de Bucareli, ahí al
sur hasta la calle de Atenas, la que se conecta de nuevo con Reforma, formando
una especie de triángulo isósceles al norte de la actual Colonia Juárez.
En 1881 Somera vendió a Romualdo de
Zamora y Duque de Heredia el área que hoy comprende entre el Paseo de la Reforma, la
calle Donato Guerra y el Paseo de Bucareli, cediendo a su sobrina, Ángela Merás
de Acedo, la esquina del Paseo de la Reforma con el Paseo de Bucareli; estas
dos extensiones de terreno fueron las que pasarían a formar parte de la colonia
Juárez, aunque cabe aclarar que en el año mencionado se encontraban aun sin
fraccionar.
La antigua colonia Bucareli se formó
en terrenos de la parcialidad de San Juan Tenochtitlan -dos tercios del
potrero de la Candelaria Atlampa-, ubicados al poniente del Paseo de Bucareli y
adquiridos en 1852 por Rafael Martínez de la Torre para fraccionar. En un principio,
éste vendió casi la mitad de los terrenos -junto con su socio García Cuenca-,
pero sólo se construyó la porción vendida a un particular, donde se edificaron
los famosos baños públicos Pani (calle de Atenas). Fue hasta 1862 que vendió la
parte restante a José Ives Limantour, quien formó en estos y otros terrenos
vecinos la colonia Bucareli de acuerdo a un nuevo loteo que fue autorizado por
la Municipalidad del 31 de octubre de 1890.
En 1874
Rafael Martínez de la Torre compra parte de la ex Hacienda de La Teja con la
intención de construir de manera integral lo que hoy es la Colonia Juárez, unificando
la colonia de los arquitectos, la Bucareli, la de la Teja y la Nueva de Paseo, siguiendo
un trazo ortogonal perpendicular al Paseo de la Reforma, trazo que se conserva
actualmente casi en su totalidad, pero Martínez de la Torre muere en 1882 y el
desarrollo inmobiliario queda frenado.
El 17 de marzo de 1882, Salvador Malo
adquiere los derechos, pero fue hasta 1898 que la colonia se inauguró oficialmente,
aunque para este momento solo contaba con la traza de sus calles, la
lotificación de algunos de los terrenos y solo algunos de estos construidos.
Según un nuevo convenio de abril de
1897 se modificando el trazo de algunas calles y ahora eI fraccionamiento
comprendía una amplia extensión al oeste y suroeste de la ciudad, que abarcaba
parte de la ex hacienda de la Teja cuya superficie total era de 1,277,785.214
varas cuadradas, con valor de setenta mil pesos, así como parte del Rancho de
los Cuartos. De esa colonia corresponde hoy el sur de la actual colonia Juárez
y que fue urbanizada y poblada entre 1898 y 1901.
En 1904 se iniciaron los trabajos que
llevarían a su urbanización definitiva, realizados por la empresa de capital
norteamericano “Mexico City Improvements Company” posteriormente llamada "Chapultepec
Land Improvement Company", (CH.L.I.C.), quién termino siendo dueña de los
lotes, y denomino a la colonia como “Colonia Americana” en razón de ser de esa
nacionalidad los inversores que por fin le dieron unidad a los distintos fraccionamientos
que se asentaron en esta zona y que forman un diamante entre el Paseo de la
Reforma, el Paseo de Bucareli y la Avenida Chapultepec.
El 21
de marzo de 1906, aniversario del
nacimiento de Benito Juárez, el gobierno de la ciudad resolvió denominarla
oficialmente como Colonia Juárez, desde ese entonces la conocemos con ese nombre tan popular en México, impidiendo crear una denominación propia y pertenencia del barrio y sus habitantes, al confundirse o diluirse muchas veces con la Delegación Benito Juárez o con Ciudad Juárez en Chihuahua.
con fuentes de consulta de: Elena Segura Jáuregui.
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Historia
lunes, 6 de mayo de 2013
La Juárez, mi barrio.
No nací en esta colonia pero desde que tengo memoria la
recuerdo. La colonia Juárez me ha adoptado y la conozco muy bien con sus
historias e histerias.
Mi papá llego a ella en 1967 y solo la forzosa jubilación lo
alejo de aquí. Sí bien su infancia la vivió en la colonia Centro, él se forjo y
maduro entre las calles de La Juárez, su amor por esta colonia lo fue llevando
a representarla y defenderla desde diversos ámbitos pues en el lapso de más de 30
años interactuó en este espacio único de la gran Ciudad de México de diferentes
formas, desde el ser pasante de un despacho a fundar su empresa, ser líder de
los comerciantes organizados, fiscalizador ciudadano del fideicomiso de
parquímetros, impulsor gastronómico, fundador del Club Rotario de la Zona Rosa,
amigo de artistas y empresarios restauranteros, ideólogo y relator de la
Cofradía de Gourmets de la misma Zona Rosa y un montón de proyectos ciudadanos
que tenían como común denominador el único interés de resguardar y mejorar esta
colonia.
Mis recuerdos más viejos de estas calles son las de un lugar
lastimado, pues son los de los sismos de 1985, (en el cual mi papá perdió
amigos aquí) Recuerdo los predios derrumbados y tapiados o las bardas con la
leyenda “México sigue en pie”; también recuerdo días del Mundial de México ´86,
los globos del Pique y las cornetas verdes en los alrededores de El Ángel.
Mi primera juventud en los años 90´s la viví trabajando como
mensajero, así que recorrí muy bien sus calles con nombres europeos, conocí los
atajos, las casas porfirianas que se iban cayendo, la llegada de nuevas modas y
tendencia, me ha tocado ver los cambios de los últimos 20 años en esta zona de
la ciudad, pues aunque me aleje de La Juárez por varios años, regrese hace tres
ya para vivir aquí y la siento como mi barrio.
He ido descubriendo sus rincones y conociendo sus distintas
caras y facetas, he investigado y buscado mucho sobre ella, recuerdo lo que mi
papá y sus amigos de la Juárez platicaban y compartían de este lugar, a diario
aprendo cosas nuevas al cruzar por sus calles, plazas y mercados; en pocas
palabras me considero uno más de la colonia, pero uno que se siente orgulloso
de saber el pasado de dónde camina y con la posibilidad de aportar algo a nuestro
presente compartido.
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