lunes, 20 de mayo de 2013

La Zona Rosa



"...por [la calle] Niza, donde ya las mansiones del porfiriato 
iniciaban su declive hacia la boutique,el restaurante,el salón de belleza."
"La Región más transparente", Carlos Fuentes.

No se puede hablar de la Colonia Juárez y dejar fuera a su célebre Zona Rosa.

Este espacio surgió y se posicionó en la década de los años 1950´s y 60´s entre las casonas y palacetes porfirianos y los nóveles edificios de corte moderno, que le querían dar una nueva cara a la sociedad post revolucionaría en la época del llamado “milagro mexicano”.

La idea de un México en paz, moderno y cosmopolita se fraguó en la parte medular de La Juárez, en el polígono conformado por el Paseo de la Reforma, la Avenida de los Insurgentes, un pequeño tramo de Avenida Chapultepec y la calle de Florencia.


La mutación de esta parte de la colonia se debió a que la clase alta porfirista, dueña de las casas y mansiones de La Juárez, cayeron en desgracia por los casi 20 años de violencia, crisis políticas y económica originada por la Revolución, así que muchos migraron a nuevas colonias de clase alta como Las Lomas, Polanco o el Pedregal, lo que presionó a fraccionar y dividir los grandes terrenos y casas, cambiarles el giro de habitacional monofamiliar a establecimientos mercantiles, o en terrenos con alta plusvalía para construir condominios y departamentos.

Estos nuevos espacios aprovecharon hermosas casonas para recibir restaurantes de talla internacional, galerías de arte, cafés, librerías, joyerías, hoteles de lujo y demás establecimientos de alta gama que le dio a este cuadrante el mote tropical del "Montmartre mexicano".

El origen del nombre “Zona Rosa” tiene muchas historias, en el libro “La región más transparente” de Carlos Fuentes menciona que varios edificios por la calle de Niza estaban pintados de color rosa, otra explicación es que se eligió este nombre para contrastar con el término "zona roja", dándole una connotación más positiva al área, o que el nombre surgió originalmente como un homenaje a la actriz cubana Rosa Carmina; según la versión de Vicente Leñero, se llamó así a la zona ya que era muy ingenua para ser roja, pero demasiado frívola para ser blanca.

La paternidad por el nombre de la Zona Rosa se ha endosado a muchos de los artistas que a la mitad del s.XX se reunían en los bohemios cafetines y restaurantes del lugar, según el  pintor José Luis Cuevas, él fue quién la bautizó y cuenta la anécdota: "cuando se expone mi obra pictórica en la Galería Trofeo y me hacen una entrevista. Al preguntarme cómo se llamaba la exposición, se me ocurrió decirles 'Temas de una zona roja en esta zona rosa' y pegó el nombre".

Desde los años 50, este reducto urbano era un punto ideal de reunión. En este tiempo ya brillaba el restaurante Bellinghausen, así como el 1 2 3. En 1952, nace el restaurante Focolare, que se convirtió inmediatamente en un club para periodistas, actores, publicistas y banqueros, según lo recuerda Jacobo Zabludovsky.


Otros artistas de esa época y relacionados con el lugar son: Guadalupe "Pita" Amor, Juan José Arreola, Carlos Monsiváis quién habito aquí en lo 70´s, Manolo Fábregas, el periodista y escritor Vicente Leñero, el zacatecano Manuel Felguérez, el caricaturista Rius, el  comentarista Agustín Barrios Gómez y hasta actores como César Costa. Era una zona de mucha efervescencia y bohemia en una nueva sociedad con una naciente clase media, en la que la revolución cubana y el mayo francés cambio paradigmas y conceptos.

Mención aparte se merecen el gran e internacional arquitecto Noldi Schreck, quién diseño varios de los restaurantes y edificios de la zona y el empresario de la industria hotelera y gastronómica Cesar Balsa, quién le dio un gran impulso cosmopolita a esta parte de la colonia, aprovechando entre otras cosas la XIX Olimpiada de 1968 celebrada en la Ciudad de México.

Fue en el marco de esos Juegos Olímpicos, que se instaron galerías de arte en la Zona Rosa, estando previsto que duraran únicamente tres meses, coincidiendo con los festejos olímpicos, y cuya  primera exposición fue de José Luis Cuevas, otra de Nieto y la última de David Alfaro Siqueiros, a raíz de ahí empezaron a proliferar galerías y más restaurantes, que atraían a turistas de todo el mundo que visitaban y se divertían en el México de las Olimpiadas del 68 y el Mundial de 1970.

En esos años dorados abrieron restaurantes que marcaron época, lamentablemente la gran mayoría ya no nos deleitan el paladar, a manera enunciativa mas no limitativa recordamos: El Parador de José Luis en la calle de Niza, así como el Passy, La Calesa de Londres, La Gondola, el Champs Elysées, Quineret, El Chips en la calle Génova, el salón “El Jacarandas” donde se hacían grandes bailes y conciertos de la talla de la orquesta de Ray Conniff, el Delmonico's, obviamente el Focolare con su show internacional de Violines Mágicos del Villa Fontana, el Luaú, el Chalet Suizo del chef Bernardo Capres, el Café Tirol, donde asistía Carlos Fuentes o el Mauna Loa con el exquisito pollo kubali y el steak teriyaki, el restaurante Loredo, establecido por José Inés Loredo en la calle de Hamburgo, era especialmente famoso por su carne a la tampiqueña y muchos más. En esa época la Zona Rosa contaba con cerca de 60 sitios diferentes dedicados a dar gusto a los amantes de la buena comida, en donde se podía disfrutar de las mejores expresiones culinarias de todo el mundo.

La Zona Rosa al paso del tiempo se convirtió en un centro de la vida intelectual, social y económica de México, y por muchos años fue visita obligada para disfrutar de estupendas especialidades mexicanas e internacionales.

Pero lamentablemente, como lo menciona el periodista Jacobo Zabludovsky, la cúspide del esplendor de la Zona Rosa fue a principio de los años 70 y de ahí comenzó otra mutación de la colonia, en gran parte originada por la apertura de la estación del metro Insurgentes, esto dio pie a que llegara gente de todos los lugares y de todos los perfiles; esta afluencia provocó el surgimiento de taquerías y torerías y bajara el nivel de exclusividad, aflorando nuevos comercios y establecimientos al grado de ser la zona de table dance´s y demás antros a partir de los años 90´s.

Otro de los acontecimientos que afectaron gravemente a la colonia Juárez, y a la Zona Rosa en particular, fue el terremoto de 1985, ya que muchos de sus inmuebles fueron destruidos o heridos de muerte, dejándola con cicatrices que aun se ven por algunas de sus calles.

Ya en el nuevo siglo, la zona se identifica como un espacio de tolerancia a la diversidad sexual y de género, donde abundan bares de ambiente gay y sex shops, razón por la cual erróneamente se asocia su nombre de “Rosa” a los colectivos gay, travesti o transexual y se le considera equivalente al barrio de Chueca en Madrid, aunque en términos específicos este perfil de lugares se circunscribe principalmente en la calle de Amberes y circunvecinas.

La Zona Rosa tiene una hermana pequeña en la capital colombiana, pues en Bogotá se llama también Zona Rosa o Zona T al espacio donde conviven buenos restaurantes, bares y tiendas de alto perfil.   

Hoy en día, con el rescate del Paseo de la Reforma, el remozamiento de la Glorieta de los Insurgentes  y los nuevos proyectos inmobiliarios en las colonias Juárez y Cuauhtémoc, vemos una rendija de oportunidad y esperanza que nos permita levantar la imagen y la calidad de vida para los que vivimos, trabajamos, turisteamos, parrandeamos o simplemente transitamos por este espació tan importante para nuestra Ciudad de México.

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