"...por [la calle] Niza, donde ya las mansiones del porfiriato
iniciaban su declive hacia la boutique,el restaurante,el salón de belleza."
iniciaban su declive hacia la boutique,el restaurante,el salón de belleza."
"La Región más transparente", Carlos Fuentes.
No
se puede hablar de la Colonia Juárez y dejar fuera a su célebre Zona Rosa.
Este
espacio surgió y se posicionó en la década de los años 1950´s y 60´s entre las casonas y palacetes
porfirianos y los nóveles edificios de corte moderno, que le querían dar una nueva cara a
la sociedad post revolucionaría en la época del llamado “milagro mexicano”.
La
idea de un México en paz, moderno y cosmopolita se fraguó en la parte medular
de La Juárez, en el polígono conformado por el Paseo de la Reforma, la Avenida
de los Insurgentes, un pequeño tramo de Avenida Chapultepec y la calle de
Florencia.
La
mutación de esta parte de la colonia se debió a que la clase alta porfirista,
dueña de las casas y mansiones de La Juárez, cayeron en desgracia por los casi
20 años de violencia, crisis políticas y económica originada por la Revolución,
así que muchos migraron a nuevas colonias de clase alta como Las Lomas, Polanco
o el Pedregal, lo que presionó a fraccionar y dividir los grandes terrenos y
casas, cambiarles el giro de habitacional monofamiliar a establecimientos mercantiles, o en terrenos con alta plusvalía para construir condominios y
departamentos.
Estos
nuevos espacios aprovecharon hermosas casonas para recibir restaurantes de
talla internacional, galerías de arte, cafés, librerías, joyerías, hoteles de
lujo y demás establecimientos de alta gama que le dio a este cuadrante el mote
tropical del "Montmartre mexicano".
El
origen del nombre “Zona Rosa” tiene muchas historias, en el libro “La región más transparente” de Carlos
Fuentes menciona que varios edificios por la calle de Niza estaban pintados de
color rosa, otra explicación es que se eligió este nombre para contrastar con
el término "zona roja", dándole
una connotación más positiva al área, o que el nombre surgió originalmente como
un homenaje a la actriz cubana Rosa Carmina;
según la versión de Vicente Leñero, se llamó así a la zona ya que era muy
ingenua para ser roja, pero demasiado frívola para ser blanca.
La
paternidad por el nombre de la Zona Rosa se ha endosado a muchos de los artistas que a la mitad
del s.XX se reunían en los bohemios cafetines y restaurantes del lugar, según el
pintor José Luis Cuevas, él fue quién la bautizó y
cuenta la anécdota: "cuando se
expone mi obra pictórica en la Galería Trofeo y me hacen una entrevista. Al
preguntarme cómo se llamaba la exposición, se me ocurrió decirles 'Temas de una
zona roja en esta zona rosa' y pegó el nombre".
Desde
los años 50, este reducto urbano era un punto ideal de reunión. En este tiempo
ya brillaba el restaurante Bellinghausen, así como el 1 2 3. En 1952, nace el
restaurante Focolare, que se convirtió inmediatamente en un club para
periodistas, actores, publicistas y banqueros, según lo recuerda Jacobo Zabludovsky.
Otros artistas de esa época y relacionados con el lugar son: Guadalupe "Pita" Amor, Juan José Arreola, Carlos Monsiváis quién habito aquí en lo 70´s, Manolo
Fábregas, el periodista y escritor Vicente Leñero, el zacatecano Manuel Felguérez, el caricaturista Rius, el comentarista Agustín Barrios Gómez y hasta actores como César Costa. Era una zona de mucha efervescencia y bohemia en una nueva
sociedad con una naciente clase media, en la que la revolución cubana y el mayo francés cambio paradigmas y
conceptos.
Mención aparte se merecen el gran e internacional arquitecto
Noldi Schreck, quién diseño varios de los restaurantes y edificios de la zona y
el empresario de la industria hotelera y gastronómica Cesar Balsa, quién le dio
un gran impulso cosmopolita a esta parte de la colonia, aprovechando entre otras
cosas la XIX Olimpiada de 1968 celebrada en la Ciudad de México.
Fue
en el marco de esos Juegos Olímpicos, que se instaron galerías de arte en la
Zona Rosa, estando previsto que duraran únicamente tres meses, coincidiendo con
los festejos olímpicos, y cuya primera
exposición fue de José Luis Cuevas, otra de Nieto y la última de David Alfaro
Siqueiros, a raíz de ahí empezaron a proliferar galerías y más restaurantes, que
atraían a turistas de todo el mundo que visitaban y se divertían en el México de las Olimpiadas del
68 y el Mundial de 1970.
En
esos años dorados abrieron restaurantes que marcaron época, lamentablemente la
gran mayoría ya no nos deleitan el paladar, a manera enunciativa mas no limitativa
recordamos: El Parador de José Luis en la calle de Niza, así como el Passy, La
Calesa de Londres, La Gondola, el Champs Elysées, Quineret, El Chips en la calle Génova, el salón “El Jacarandas” donde se
hacían grandes bailes y conciertos de la talla de la orquesta de Ray Conniff, el
Delmonico's, obviamente el
Focolare con su show internacional de Violines Mágicos del Villa Fontana, el Luaú, el Chalet Suizo del chef
Bernardo Capres, el Café Tirol, donde asistía Carlos Fuentes o el Mauna
Loa con el exquisito pollo kubali y el steak teriyaki, el restaurante Loredo, establecido por José Inés
Loredo en la calle de Hamburgo, era especialmente famoso por su carne a la
tampiqueña y muchos más. En esa época
la Zona Rosa contaba con cerca de 60 sitios diferentes dedicados a dar
gusto a los amantes de la buena comida, en donde se podía disfrutar de las
mejores expresiones culinarias de todo el mundo.
La
Zona Rosa al paso del tiempo se convirtió en un centro de la vida intelectual,
social y económica de México, y por muchos años fue visita obligada para
disfrutar de estupendas especialidades mexicanas e internacionales.
Pero lamentablemente, como lo menciona el periodista Jacobo Zabludovsky, la cúspide del esplendor de la Zona Rosa fue a principio de los años 70 y de ahí comenzó otra mutación de la colonia, en gran parte originada por la apertura de la estación del metro Insurgentes, esto dio pie a que llegara gente de todos los lugares y de todos los perfiles; esta afluencia provocó el surgimiento de taquerías y torerías y bajara el nivel de exclusividad, aflorando nuevos comercios y establecimientos al grado de ser la zona de table dance´s y demás antros a partir de los años 90´s.
Otro
de los acontecimientos que afectaron gravemente a la colonia Juárez, y a la
Zona Rosa en particular, fue el terremoto de 1985, ya que muchos de sus
inmuebles fueron destruidos o heridos de muerte, dejándola con cicatrices que aun
se ven por algunas de sus calles.
Ya en el nuevo siglo, la zona se identifica como un espacio de tolerancia a la diversidad sexual y de género, donde abundan bares de ambiente gay y sex shops, razón por la cual erróneamente se asocia su nombre de “Rosa” a los colectivos gay, travesti o transexual y se le considera equivalente al barrio de Chueca en Madrid, aunque en términos específicos este perfil de lugares se circunscribe principalmente en la calle de Amberes y circunvecinas.
La
Zona Rosa tiene una hermana pequeña en la capital colombiana, pues en Bogotá se
llama también Zona Rosa o Zona T al espacio donde conviven buenos restaurantes,
bares y tiendas de alto perfil.
Hoy
en día, con el rescate del Paseo de la Reforma, el remozamiento de la Glorieta
de los Insurgentes y los nuevos proyectos
inmobiliarios en las colonias Juárez y Cuauhtémoc, vemos una rendija de
oportunidad y esperanza que nos permita levantar la imagen y la calidad de vida
para los que vivimos, trabajamos, turisteamos, parrandeamos o simplemente
transitamos por este espació tan importante para nuestra Ciudad de México.
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