martes, 4 de junio de 2013

Nuestro Ángel Chilango, (Parte 2)

A poco más de dos meses de la fastuosa inauguración de septiembre de 1910, México se sumió en el caos de la revolución, y otros proyectos arquitectónicos porfirianos no se concretaron como el fallido Capitolio del Congreso del cual solo nos quedó la cúpula y se transformo en el monumento a la revolución, o el Palacio de Bellas Artes que se termino ya hasta entrados los años 1930´s.   
En 1921 el presidente Álvaro Obregón fue quién le dio el carácter popular y nacionalista a los pocos festejos que se celebraron por el Centenario de la Consumación de la Independencia, pero se generó la inquietud de reunir los restos de los héroes patrios y convertir a El Ángel en un mausoleo. Fue en 1923 cuando inician los trabajos de adaptación del interior del pedestal de la columna y la construcción de tres nichos para albergar en urnas los restos de diferentes héroes de la independencia que se trasladarían desde la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y de otros puntos del país. Para 1925 se terminan las obras de adecuación y se depositan las urnas por lo que la Columna de la Independencia se convierte de hecho en un mausoleo.
El 6 de abril de 1929 el presidente Emilio Portes Gil por decreto manda a construir en la cara poniente del pedestal un nicho para una lámpara votiva a gas, la cual debería permanecer siempre encendida en honor al recuerdo de los héroes cuyos restos están ahí depositados, esta flama la inauguró el mismo, el 12 de mayo de 1929, quedando la obra a cargo del Ing.  Federico Mariscal.
Pocos lo recuerdan, pero el 28 de julio de 1957, un terremoto azotó a la Ciudad de México y la Victoria Alada es derribada quedando destrozada al pie del mismo, por lo que debe restaurarse el monumento, quedando los trabajos bajo el mando del Dr. Ernesto Sodi Pallares quien refuerza el interior de la columna con placas de metal y remplaza la escalera de piedra del interior por una metálica, además de construir una nueva victoria alada la cual es colocada en la cima, es reinaugurado en 16 de septiembre de 1958.
Si alguna vez están por el Centro Histórico y les interesa conocer la cabeza original de El Ángel, esta está expuesta al público en la entrada del Archivo Histórico de la Ciudad de México, ubicado en la esquina de las calles de República de Chile y Donceles.
En 2006 el Gobierno Federal y el de la Ciudad,  llevaron a cabo un proceso de manteamiento integral al monumento, por lo que permaneció cerrado durante casi un año, de esto se dejó constancia en la placa de mármol que mira al poniente, junto con las otras fechas en las que se realizaron trabajos mayores a la Columna. En esta placa se hubieran grabado unos textos sobre el inicio y la consumación de la independencia, además de la dedicatoria a los constructores, pero el inicio de la revolución evito que ocurriera.
El 30 de mayo de 2010, con motivo de las fiestas del Bicentenario de la Independencia Mexicana se retiran las urnas con los restos de los héroes, para restaurarlos ponerlos en exhibición y rendirles honores durante 2010 y 2011, exhibiéndose estos en La Galería Nacional que se montó en el Palacio Nacional durante un año. Además el INAH realizó estudios científicos a los restos de los héroes, y según el Instituto se corroboró la identidad de Juan Aldama, Ignacio Allende, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Miguel Hidalgo, Mariano Jiménez, Mariano Matamoros, Francisco Javier Mina, José María Morelos, Andrés Quintana Roo, Leona Vicario, Guadalupe Victoria, Pedro Moreno y Víctor Rosales.

Un dato importante a resaltar es que El Ángel crece, pues su altura original de 90.16 mts. hay que agregarle 1.5 mts. más que tienen las gradas construidas en 1910 , pero debido al hundimiento de la Ciudad por la extracción de agua de los mantos acuíferos, se desfasó el nivel de la calle y las escalinatas del monumento, razón por la cual la Columna creció 3 mts. más que tienen las gradas construidas en 1986, y que se distinguen de las fotografía antiguas. Ahora “El Ángel” mide un total de 94,66 mts.


Al paso del tiempo y dada la movilidad y diversidad social y cultural en el México contemporáneo, el Paseo de la Reforma y El Ángel de la Independencia, son testigos de un sin número de concentraciones; desde esa histórica marcha del silencio el 13 de septiembre de 1968 en la que el rector Barros Sierra, camino junto estudiantes y civiles con rumbo al Zócalo, o las concentraciones para celebrar los triunfos deportivos, conciertos, desfiles militares, la victoria de la oposición en las elecciones del 2000, al Zapatour del EZLN, las marchas blancas por la paz y la seguridad, el plantón de AMLO en 2006, carreras deportivas, quinceañeras y graduaciones y tantos pretextos, coyunturas o circunstancias más para que la gente tome las calles, se apropie del espacio público bajo la mirada protectora del Ángel chilango, al que a mi parecer ya no le debe de sorprender nada.  

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