miércoles, 25 de septiembre de 2013

Parques de Bolsillo en la Colonia Juárez

El Gobierno de la Ciudad de México a través de la Autoridad del Espacio Público, inició hace varios meses la instalación de los denominados “Parques de Bolsillo” los cuales consisten en áreas verdes creadas y/o rehabilitadas que miden de 100 a 400 metros cuadrados, ubicados preferentemente en remanentes viales recuperados para el peatón, es decir, un espacio que dejó de usarse para vehículos, en zonas con intensa vida social en el entorno, entre vías secundarias y un alto aforo peatonal, con la finalidad de constituir pequeños puntos de convivencia que sean espacios sustentables, accesibles y equipados con materias reciclables.
A la fecha se han instalados algunos, siendo el primero el parque modelo en la Plaza de la Constitución, otro en el centro de Coyoacán y uno más reciente en la calle de Michoacán en La Condesa.

 El proyecto contempla la intervención de aproximadamente 150 espacios a nivel de recuperación y renovación alrededor de la Ciudad de México, y el costo promedio de cada uno es de un millón 300 mil pesos. Algunos serán financiados por el Gobierno del Distrito Federal, pero también existirá participación privada y fondos federales.
Bajo esta línea de ideas, y tras el compromiso que hizo el delegado en Cuauhtémoc, Alejandro Fernández durante la Audiencia Pública del pasado viernes 5 de julio con vecinos de la Colonia Juárez, de invertir $2,000.000.00 (Dos millones de pesos) en el mejoramiento integral de las canchas, juegos infantiles y andador de la calle peatonal de Bruselas, queremos dar seguimiento a este compromiso para que se concrete en beneficio de los que compartimos estas calles.

La peatonal de Bruselas tiene cubiertos no solo los requisitos que el programa exige, sino que reúne otros elementos favorables que al mejorarse integralmente, detonaría un espacio vertebral en la Colonia Juárez, pues a su alrededor hay tres museos, estación de Ecobici, una tienda de autoservicio, la Iglesia del Sagrado Corazón, la plaza Giordano Bruno y diversos pequeños comercios, restaurantes y cafés, que se beneficiarían ampliamente de un mejor espacio urbano.

En la colonia Juárez, al haber sido trazada bajo un modelo europeo de finales del s. XIX, aunado a los espacios verdes y peatonales que se ganaron tras la modificación urbana impuesta por el terremoto del ´85, existen lugares públicos que están siendo subutilizados o no se les ha rescatado para mejorar el tejido social y fomentar la convivencia ciudadana.





Estas mejoras son un “ganar – ganar” para vecinos habitantes, comerciantes, emprendedores y todos aquellos que trabajan o estudian en la Juárez, pues la renovación de estos espacios ofrece una imagen distinta, brinda mayor seguridad al mejorar el alumbrado y fomenta que las personas convivan en el espacio público mejorando la calidad de vida.
Sumemos esfuerzos para dar seguimiento a este proyecto, y actuemos positivamente por nuestro barrio para que recuperemos más lugares y dignifiquemos a la antigua colonia americana.


¿Qué otros espacios se les ocurre que podemos rescatar en nuestra colonia Juárez? 

martes, 24 de septiembre de 2013

"Esta temblando" la historia de Elia Palacios Cano.

Fragmento del testimonio de nuestra vecina Elia Palacios Cano, quién sobrevivo al colapso del edifico Bruselas #8 esquina Liverpool de la colonia Juárez, contenido en el libro "Nada Nadie, las voces del temblor" coordinado por Elena Poniatowska. 



“Está temblando”
Por Beatriz Graf

Amaneció el día normal, dice Elia Palacios Cano. Mi esposo fue el primero en despertarse, tenía un desayuno a las ocho. Luego me levanté yo, fui al cuarto de la niña. Le saqué su uniforme, lo puse en la cama, fui a la cocina a prepararle su fruta. “Ándale, gorda, tu amiguita ya salió de su casa.” Vivíamos en Bruselas 8 esquina Liverpool, departamento 5, segundo piso. Los vecinos del departamento 3 sí salieron. “Sí mamá, ya sólo me faltan los zapatos.” Iba a enguajar un vaso y me mareé: “Está temblando”, dije en voz alta, luego pensé, para que lo digo, vi el foco mecerse. “Esta temblando”. “Sí mamita”, y se vino junto a mí. El niño seguía dormido, lo cargué y nos dirigimos a la puerta; Enrique mi esposo salió del baño y tomó de la mano a Leslie, trato de abrir la chapa de arriba, luego la de abajo, se le cayeron las llaves, las recogió y pudo abrir; la puerta empezó a azotarse muy fuerte de un lado a otro, en una forma tremenda y dije: “Que salir ni qué nada, esto nos va a botar por las escaleras”, volví la cara hacía la calle, el edificio de enfrente se movía como yo nunca había visto moverse nada, estrellándose con el de junto, en la pared de mi sala se abrió una ranura grandísima. “Esto no es un temblor, es un terremoto.” Pensé en mi mamá que vive en la colonia Obrera en una casa muy vieja y descuidada, luego sentí que caía y grité: “Enrique, la niña”.

Hay mamita, me apachurras, me lastimas
Fue rapidísimo. Caí con el brazo izquierdo y la barba porque con el derecho estaba cargando a Quique; no quise caer encima de él, por eso metí la barba. Cuando nos detuvimos el niño me dijo “Ay, mamita, me apachurras, me lastimas”. “Salte rápido”, le contesté lo saqué de debajo de mí. Me traté de levantar pero me di cuenta de que mi brazo izquierdo estaba atrapado. Toqué al niño, le pregunté si le dolía algo. “Esta muy oscuro” me dijo. “Sí, mi amor, es que se fue la luz, quédate quietecito.” Traté de buscar a mi esposo en la oscuridad y encontré su cabeza: “Enrique, háblame”. No me contestó. Le toqué el pulso, no, lo moví, nada. Estaba muerto.
Al ver que no me podía sentar ni levantar me quedé tirada boca abajo. Me di cuenta de la situación, tenía que guardar mucha calma, estar tranquila. Traté de imaginar qué techo se había caído, qué pared, pero estaba muy oscuro. Busqué a mi niña, la llamé, Leslie, Leslie, me ayudó pensar que sino la oía fue porque había muerto y su muerte había sido instantánea, no había sufrido. Volví a tocar a mi esposo, su cabeza estaba sangrando, le tomé el pullso otra vez y no, no, no, no, no.

No sería la única que me encontraba en esa situación, tenía que estar pendiente por si alguien venía a rescatarnos, entonces me volví a decir “tengo que estar tranquila” para no gastarme el oxígeno del lugar donde quedé atrapada. ¿Cómo estaría la casa de mi mamá? En ese momento todos iban a tratar de saber de todos y al ver que yo no llamaba por teléfono me iban a venir a buscar, y al ver el edificio todo derrumbado me iban a sacar; pensé: “Ojalá así sea”.
Después de diez o quince minutos oí a una persona que pedía ayuda: “Ayúdenme, Ayúdenme”. Yo también empecé a gritar “Ayúdenme, Ayúdenme”; seguramente se trataba de alguien que vivía en el edificio y está atrapado, era inútil, ni yo le podía ayudar ni él a mí, le grité: “Tranquilo, nos van a venir a sacar, no se gaste el oxígeno”. Al rato oí voces, un hombre y una mujer preguntaban “¿Hay alguien ahí?” Les contesté que yo con mi hijo pero no me oyeron y es que, como se me había roto la mandíbula, la voz no me salía clara.

Estábamos en un lugar muy pequeño, de largo no eran más de dos metros; de ancho serían cuando mucho sesenta centímetros y otros sesenta de alto. Quedé boca abajo pero con los pies podía detener la losa que teníamos encima. Era un espacio muy reducido. Cuando César mi sobrino me rescató, estuvo encima de mi tratando de zafarme el brazo porque no había lugar para que el trabajara, por eso creo que eran sesenta centímetros de ancho. Yo le decía a mi sobrino que cómo no tuvimos la suerte de quedar todos juntos, con vida, y el me contestó que en ese espacio nos hubiéramos acabado el aire entre todos. Después era una angustia pensar “Si yo hubiera abrazado también a mi hija”.


Olía a gas. A la mejor se habían apagado los pilotos de mi estufa, a la mejor se había caído una pared de la sala y la cocina estaba en pie, fue por eso que le pedí al niño que se arrastrara a ver si podía llegar a la cocina, que se trajera del refrigerador un jugo, un refresco, una fruta, le dije que se asomara al balcón con mucho cuidado y le gritara a ala gente que allí estábamos, pero Enrique no quiso ir, y qué bueno, no hubiera podido llegar. El olor a gas desapareció al rato, o a la mejor me acostumbré.

Hice el intento por zafar mi brazo. Había unas tablas cerca de mí y me di con una tabla, me quería romper el brazo; “si lo restiro me lo puedo romper, lo puedo cortar y luego lo amarro con mi camisón para no desangrarme”, me di con el tacón de la zapatilla, con una piedra, pero nada. Me dije: “Si Dios quiso que quedara así atrapada, fue por algo, tal vez sí se derrumbó el edificio y si trato de salir voy a perder la vida”. Quique no tenía ni un raspón y decía yo: “!Ay, Dios mío, permiteme salir con vida, que me sienta bien, porque si llego a desfallecer mi hijo se va a quedar aquí solo, atrapado, y va a ser una muerte muy fea, tengo que aguantar”. Me quedé quieta junto a mi hijo. Sentí unas toallas en los pies, las jalé un poco pero no las alcanzaba, el niño sí se podía sentar, y le dije: “Mi amor, ve tocándome las piernas y cuando llegues a mis pies las vas a sentir”. Y me dio las toallas, acomodé una tapando el cuerpo de mi esposo para que el niño no lo tocara, otra se la puse a Quique para que se pudiera acostar y la otra me la traté de acomodar debajo de las piernas porque había muchas piedras y me lastimaban, pero no pude; tapé al niño que decía que tenía frío, aunque yo no creo que era frío; eran sus nervios. No me pidió de comer, ni agua ni nada, sólo preguntó qué había pasado y le dije que había sido un temblor: “Pero van a venir a buscarnos, estate tranquilo, aquí vamos a estar los dos”. Y se quedó dormido. Dormía bastante.

Horas más tarde oí cerca las máquinas, oí voces, taladros. Eso me dio serenidad, pero tuve miedo de que sin darse cuenta tiraran la protección que teníamos. Yo los oía pero ellos nunca me escucharon, yo les gritaba “estamos aquí, ayúdennos”. Fue una de las cosas que me mantuvo despierta casi todo el tiempo, la preocupación de que se acercaran mucho y taladraran en la losa que nos cubría. En la oscuridad no sabía si era de día o de noche. Me imaginaba la noche cuando oía encima de mi cabeza menos actividad. “Debe ser la noche; no trabajan igual.”

Al día y medio sentí mucha sed, tenía la cara muy inflamada, hambre no sentía, más bien era sed y la preocupación de que nos fueran a lastimar al tratar de rescatarnos, también tenía deseos de vivir, ganas de vivir, de salir de ahí. Sentí que cada vez estaban más cerca, los olía, los sentía cerca, gritaba “con cuidado, estamos vivos pero no me puedo zafar, con mucho cuidado por favor”. Yo pensaba que iban a quitar la losa de encima, a sacar a mi esposo, a Leslie mi hija y después a Enriquito y a mí. Cuando los sentí muy cerca tomé el brazo de mi esposo, toqué su mano y le dije: “ya vienen por nosotros y tú te vas”. Le acaricié la cara, lo abracé: “Nos vamos a separar físicamente, pero siempre vamos a seguir juntos”. Me despedí de él.

Entonces sucedió el segundo temblor. Oí que las personas de afuera dijeron “está temblando, muchachos, tranquilos, que no haya pánico”, acosté al niño boca abajo, le tapé la cara, subí los pies para detener la losa y le pedí a Dios que no se fuera a derrumbar el pedacito donde estábamos. Ya no trataron de rescatarnos. Creo que me quedé dormida porque luego no supe si de verdad había temblado o había sido un sueño, no sabía si ellos habían estado cerca o me lo imaginé, pero sí, creo que les dio miedo y se fueron.

Después supe que sólo mi sobrino seguía escarbando.

El sábado, día en que nos rescataron, yo estaba perdiendo el sentido. Vi a mi mamá, a mis hermanas, en perfectas condiciones, me decían que no me preocupara, por ese lado me sentí tranquila, pero empecé a sufrir alucinaciones porque soñé que me habían sacado y llevado a mi departamento y le dije a Quique: “Vas a dormir en tu recámara”. “Pero ¿en cuál mamita?” “En tu recámara, la televisión está encendida.” Él sí estaba en la realidad de las cosas.
-No mamá, eso no es cierto-me decía.

Soñe que tenía mucho dinero y me compraba una casa con alberca, tenía hasta sirvienta. Alrededor de la alberca había muchas piedras que me lastimaban: “A ver, esas piedras encérelas, púlanlas, píntelas, a ver que les hacen porque ya no las aguanto”. Le preguntaba al niño qué quería comer. “Pero no hay comida mamá”, “Sí, mi vida, ahí está la sirvienta y te va a preparar lo que se te antoje”, “Pues quiero mi espagueti con quesito y crema”, “¿Nada más? Ándale, mi amor, tú sí puedes levantarte, allí está tu comida en la mesa, ve por ella”, “No mamita, yo creo que es un sueño porque yo no veo nada, mejor ya no como, no tengo hambre”.

Ésa fue una de mis alucinaciones, por eso cuando Enriquito salió lo primero que pidió fue espagueti...

Homenaje a Rockdrigo

Ya pasaron 28 años del terremoto que marcó la vida de millones de chilangos, y aun quedan en la memoria un sin fin de imágenes trágicas sobre esos días de muerte y destrucción. Si bien no hay cifras oficiales, diversas fuentes señalan que los decesos por los terremotos de la mañana del jueves 19 y la tarde/noche del viernes 29 de 1985 se acerca a los 20,000.

Uno de los caídos ese día fue el músico Rockdrigo González, quién para el primer lustro de los años 80´s representaba un claro liderazgo en la nueva generación de rockeros urbanos chilangos. Si bien solo grabó formalmente un solo disco (casette) se han editados un total cuatro juntando diversas grabaciones. 

Paralelamente al paso del tiempo, se ha formado al rededor de la "ubanohistoria" de Rockdrigo, una especie de leyenda en el mundo del rock subterraneo del D.F. al grado que se han hecho documentales, estatuas y eventos en los que se busca transmitir a nuevas generación la obra de este músico nacido en Tamaulipas en 1950.

Como años anteriores se realizaron un par de homenajes populares en la actual calle peatonal de Bruselas (la cual se hizo peatonal tras los sismos) y la esquina de Liverpool, pues es el lugar dónde fallecieron no solo Rockdrigo y su pareja Françoise Bardinet, sino el artista teatral belga Frederik Vanmalle y el amigo Paul Deyemere quién también fue miembro del Club Rotario Zona Rosa.

El jueves 19 al rededor de las 3 de la tarde, debido a que una marcha impidió hacer el homenaje en la estación del metro Balderas (la canción más famosa de Rockdrigo) diversos seguidores se reunieron para tocar y hacer palomazos de las canciones del artista, si bien la mayoría eran jóvenes, al rededor de ellos se veían personas que rondaban arriba de los 50 años vestidos de luto y que con una mueca en el rostro tarareaban las canciones.


El sábado 21 a partir de las 8:30 p.m. Fausto Arrellín en la guitarra y Francisco Acevedo al bajo, miembros originales de "Qual" única banda a la que perteneció Rockdrigo, apoyados por "La Panterita" en la batería y un excelente guitarrista del cual desconocemos su nombre, montaron sus amplificadores y equipo para rendir un homenaje musical para su frontman, el cual duro cerca de una hora y llegó a juntar poco más de 60 personas que fueron llegando atraídos por la música. No hubo palabras o explicación del por qué se hacía el evento, los que sabían, se limitaban a cantar las letras de las canciones, y lo que no, pues a disfrutar un acto cultural al aire libre, lo importante para mi, fue hacer un punte, una conexión a raíz de un suceso trágico que unía pasado y futuro a través de la música y la memoria.

Jueves 19 de septiembre 1985; 7:19 a.m.

Los lugares se sustenta sobre todo en quienes los habitaron, cada generación va dejando su rastro y estilo en gran medida por los eventos que les toco afrontar. Así las circunstancias son las que en la mayoría de las veces nos arrojan a actuar o responder de cierta forma o no.

En esta colonia Juárez, entre tantas facetas que ostenta al tener más de cien años de historias e histerias al centro del Valle de Anáhuac, un hecho que la transformó abruptamente fueron los sismos de 1985. En primer lugar por las vidas humanas que se perdieron esa mañana de jueves, dolor irreparable que a pesar de ser ya casi 30 años de esos días de muerte, aun cala en la memoria de los que vivimos la mayor tragedia de la Ciudad de México. En segundo por el cambio físico de inmuebles colapsados en segundos o aquellos que tuvieron que ser demolidos por resultar inestables e inseguros, apareciendo terrenos baldíos propensos a hacer estacionamientos, cambiando para siempre la vista y características de nuestro barrio.

Estos trágicos hechos dejaron a la Juárez en un estado de shock del que ha tardado mucho en superar, aun se ven predios tapiados, casas inclinadas o nuevas edificaciones que lentamente nos hacen olvidar que había antes ahí.

Para no perder la memoria de lo que fuimos y definir mejor qué es lo que pretendemos de nuestra bella colonia Juárez, no queremos dejar pasar de largo mucho de lo generado como respuesta de la sociedad frente a lo inevitable en una ciudad asentada en un lago desecado, junto a un volcán activo y sobre zona sísmica, por eso queremos sin ser morbosos ni trágicos, hablar de manera respetuosa sobre las personas y los lugares que nos precedieron en estas calles antes de 1985.

Lo más valioso de todo este aprendizaje es el saber qué hacer antes, durante y después de un sismo y terremoto, simplemente eso puede salvar nuestra vida, de nuestra familia y de la nuestros vecinos.



Este es un humilde homenaje a los amigos y desconocidos que perecieron ese fatídico día, así como a tod@s los voluntari@s que vinieron a ayudar a rescatar y reconstruir nuestra colonia, para lo cual celebrarnos en vida este espacio generando memoria, dialogo y propuesta. 

Fotos: 
1) Bruselas #8 esq. Liverpool 
2) Demolición Hotel Continental Hilton Reforma esq. Insurgentes 
3) Turín #45 entre Versalles y Abraham González.


lunes, 2 de septiembre de 2013

El Cuauhtémoc de Reforma e Insurgentes

La historia de la escultura de Cuauhtémoc, último “huey tlatoani” mexica que actualmente se localiza a unos metros de la Glorieta de Reforma a Insurgentes, sobre Paseo de la Reforma en la Colonia Juárez; inició tras la convocatoria para la presentación del proyecto de dicho monumento el 23 de agosto de 1877 cuando era presidente Porfirio Díaz y secretario de estado Vicente Riva Palacio, la cual decía:
“el Presidente de la República, deseando embellecer el Paseo de la Reforma con monumentos dignos de la cultura de esta ciudad, y cuya vista recuerde a la posteridad el heroísmo con que la nación ha luchado contra la conquista en el siglo XVI, y por la Independencia y por la Reforma en el presente, ha dispuesto que en la glorieta situada en el Oeste de la que ocupa la estatua de Colón, se erija un monumento votivo a Cuauhtémoc y a los demás caudillos que en su época se distinguieron por la defensa de la patria; en la siguiente glorieta, otro monumento a Hidalgo y demás héroes de la Independencia, y en la inmediata, otro a Juárez y demás caudillos de la Reforma y de la segunda Independencia”.

El proyecto ganador del monumento para glorificar el valor de Cuauhtémoc como guerreo, fue un proyecto del ingeniero Francisco Jiménez, quien se inspiró en detalles de la arquitectura prehispánica de México, como las antiguas construcciones de UxmalMitla y la zona arqueológica de Palenque, haciéndose acreedor a un premio de mil pesos. La primera piedra del monumento fue colocada el 5 de mayo de 1878, pero en 1884 al fallecer el ingeniero Jiménez la conclusión quedó a cargo del ingeniero arquitecto del Palacio Nacional Ramón Agea.

El escultor principal fue Miguel Noreña auxiliado por su discípulo Jesús F. Contreras, quienes fueron responsables de esculpir y fundir la escultura de Cuauhtémoc representado en traje de guerra con su penacho de plumas como signo de su categoría; esperando al enemigo con su escudo y con una lanza, listo para el combate; asimismo son autores de las escenas en bronce que se encuentran en la base del monumento en donde se representan imágenes trascendentales de su vida: la entrevista con Cortés cuando estaba ya prisionero, y la de su tormento al quemarle los pies. Cabe mencionar que los leopardos que rodean la base del monumento custodiando las escalinatas fueron obra del escultor Epitacio Calvo y los 4 trofeos que adornan los costados del monumento fueron obra de Luis Paredes.
El conjunto escultórico se inauguró nueve años después el 21 de agosto de 1887, cuando era presidente era Manuel “el manco” González, quién develó la placa que se encuentra en su base piramidal:
“A la memoria de Quauhtemoc y de los guerreros que combatieron heroicamente por la defensa de su patria. Año de 1521”
La estatua ha “caminado” varias veces en la emblemática esquina de Paseo de la Reforma y Avenida de los Insurgentes; pues en 1949 se recorrió 100 metros al poniente con motivo del gran proyecto del famoso arquitecto Mario Pani, quién planeó ensanchar la glorieta hasta alcanzar los 400 metros de diámetro, creando una serie de vialidades, ornato y edificios a su alrededor que darían lugar a un complejo hotelero y financiero de primer orden. Este proyecto jamás se llevó a cabo y quedaron tan solo el “Hotel Plaza” sobre Insurgentes y Sullivan (el de forma semicircular) y el estacionamiento subterráneo del Monumento a la Madre.
Si se hubiese realizado ese proyecto tal vez no tendríamos problemas viales en la actualidad, pues la glorieta habría permanecido fuera del Eje de Insurgentes. Sin embargo, el regente Fernando Casas Alemán insistió en el peregrinaje del líder mexica y decidió mover la estatua y ponerla en la intersección de Reforma e Insurgentes, lo cual fue una solución equivocada pues desapareció la gran glorieta, quitaron toda la ornamentación y las bancas que rodeaban la estatua en esa época. Esta nueva ubicación fue polémica sobre todo por el conflicto vial que generaba esta rotonda, razón por la cual en el año 2004 se decidió regresarla a su sitio original para destrabar la intersección de tan importantes vías primarias de la Ciudad.
Actualmente en esta glorieta aún quedan viejos conocidos como la bella casa porfiriana del “University Club”, pero los alrededores han cambiado mucho, un ejemplo de ello fue la triste desaparición del “Hotel Continental” el cual fue muy afectado por el terremoto de 1985 y posteriormente derruido, en cuyo solar hoy se encuentra el jardín “Reyes Heroles” adjunto al edificio de la CFE, o por la llegada de nuevos rascacielos como el Reforma 222 o el aún en construcción Punta Reforma.

Lo cierto es que esta emblemática esquina, considerada por muchos uno de los cruces viales más importantes y bellos de la Ciudad de México, le da un rasgo distintivo a nuestra Colonia Juárez al conjugar el pasado y el futuro de esta zona tan dinámica y rica del DeFectuoso.  

5to. Aniversario Galería EHTRA

La Colonia Juárez se ha distinguido al paso de los años por contar entre sus calles con diversos e interesantes proyectos culturales y artísticos, descantando entre ellos las galerías de arte, tanto las que cuentan con raigambre y tradición, así como las que en los últimos años le han apostado a esta colonia como un espacio para crear, exhibir y circular obras de alta calidad estética.

En este sentido, la Galería ETHRA - Londres #54 entre Havre y Nápoles- suma un espacio muy valioso a nuestras calles, en las que cada vez encontramos más iniciativas por generar un corredor cultural, comercial y social con identidad y rasgos únicos en la Ciudad de México.  

En este mes de septiembre la galería cumple 5 años de apostando al arte y la cultura, y en el marco de sus festejos presentaran la exposición titulada: YO TAMBIÉN.

Además, mañana martes 3 a las 12 hrs. tendrán una mesa redonda titulada "La situación actual de la pintura en México" en la que participaran los artistas que conforman la exposición.

La Galería en sus propias palabras, se define de la siguiente manera:

"Dedicada a la difusión de artistas con una trayectoria consolidada en el arte incluyendo jóvenes artistas con solidez en su trabajo. Nuestra oferta de arte es de alta calidad y con una variedad en cuanto a medios, temas y discursos artísticos... ...Ethra considera a la gráfica como una disciplina de suma importancia en el arte y el coleccionismo, es por ello que brinda un espacio exclusivo a ésta."