La historia de la escultura de
Cuauhtémoc, último “huey tlatoani”
mexica que actualmente se localiza a unos metros de la Glorieta de Reforma a
Insurgentes, sobre Paseo de la Reforma en la Colonia Juárez; inició tras la
convocatoria para la presentación del proyecto de dicho monumento el 23 de
agosto de 1877 cuando era presidente Porfirio Díaz y secretario de estado
Vicente Riva Palacio, la cual decía:
“el Presidente de la República, deseando
embellecer el Paseo de la Reforma con monumentos dignos de la cultura de esta
ciudad, y cuya vista recuerde a la posteridad el heroísmo con que la nación ha
luchado contra la conquista en el siglo XVI, y por la Independencia y por la
Reforma en el presente, ha dispuesto que en la glorieta situada en el Oeste de
la que ocupa la estatua de Colón, se erija un monumento votivo a Cuauhtémoc y a
los demás caudillos que en su época se distinguieron por la defensa de la
patria; en la siguiente glorieta, otro monumento a Hidalgo y demás héroes de la
Independencia, y en la inmediata, otro a Juárez y demás caudillos de la Reforma
y de la segunda Independencia”.
El
proyecto ganador del monumento para glorificar el valor de Cuauhtémoc como
guerreo, fue un proyecto del ingeniero Francisco Jiménez, quien se inspiró en
detalles de la arquitectura prehispánica de México, como las antiguas
construcciones de Uxmal, Mitla y la zona arqueológica de Palenque, haciéndose
acreedor a un premio de mil pesos. La primera piedra del monumento fue colocada
el 5 de mayo de 1878, pero en 1884 al fallecer el ingeniero Jiménez la
conclusión quedó a cargo del ingeniero arquitecto del Palacio Nacional Ramón
Agea.
El escultor principal fue
Miguel Noreña auxiliado por su discípulo Jesús F. Contreras, quienes fueron responsables
de esculpir y fundir la escultura de Cuauhtémoc representado en traje de guerra
con su penacho de plumas como signo de su categoría; esperando al enemigo con
su escudo y con una lanza, listo para el combate; asimismo son autores de las
escenas en bronce que se encuentran en la base del monumento en donde se
representan imágenes trascendentales de su vida: la entrevista con Cortés
cuando estaba ya prisionero, y la de su tormento al quemarle los pies. Cabe
mencionar que los leopardos que rodean la base del monumento custodiando las
escalinatas fueron obra del escultor Epitacio Calvo y los 4 trofeos que adornan
los costados del monumento fueron obra de Luis Paredes.
El conjunto escultórico se
inauguró nueve años después el 21 de agosto de 1887, cuando era presidente era
Manuel “el manco” González, quién develó la placa que se encuentra en su base
piramidal:
“A la memoria de Quauhtemoc y de los
guerreros que combatieron heroicamente por la defensa de su patria. Año de 1521”
La estatua ha “caminado” varias
veces en la emblemática esquina de Paseo de la Reforma y Avenida de los
Insurgentes; pues en 1949 se recorrió 100 metros al poniente con motivo del
gran proyecto del famoso arquitecto Mario Pani, quién planeó ensanchar la glorieta
hasta alcanzar los 400 metros de diámetro, creando una serie de vialidades,
ornato y edificios a su alrededor que darían lugar a un complejo hotelero y
financiero de primer orden. Este proyecto jamás se llevó a cabo y quedaron tan
solo el “Hotel Plaza” sobre
Insurgentes y Sullivan (el de forma semicircular) y el estacionamiento subterráneo
del Monumento a la Madre.
Si se hubiese realizado ese
proyecto tal vez no tendríamos problemas viales en la actualidad, pues la
glorieta habría permanecido fuera del Eje de Insurgentes. Sin embargo, el
regente Fernando Casas Alemán insistió en el peregrinaje del líder mexica y decidió
mover la estatua y ponerla en la intersección de Reforma e Insurgentes, lo cual
fue una solución equivocada pues desapareció la gran glorieta, quitaron toda la
ornamentación y las bancas que rodeaban la estatua en esa época. Esta nueva
ubicación fue polémica sobre todo por el conflicto vial que generaba esta rotonda,
razón por la cual en el año 2004 se decidió regresarla a su sitio original para
destrabar la intersección de tan importantes vías primarias de la Ciudad.
Actualmente en esta glorieta aún
quedan viejos conocidos como la bella casa porfiriana del “University Club”, pero los alrededores han cambiado mucho, un ejemplo
de ello fue la triste desaparición del “Hotel
Continental” el cual fue muy afectado por el terremoto de 1985 y
posteriormente derruido, en cuyo solar hoy se encuentra el jardín “Reyes
Heroles” adjunto al edificio de la CFE, o por la llegada de nuevos rascacielos
como el Reforma 222 o el aún en construcción Punta Reforma.
Lo cierto es que esta
emblemática esquina, considerada por muchos uno de los cruces viales más
importantes y bellos de la Ciudad de México, le da un rasgo distintivo a
nuestra Colonia Juárez al conjugar el pasado y el futuro de esta zona tan
dinámica y rica del DeFectuoso.
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